Hoy se llama Deir el-Bahri, en otro tiempo Djeser-Djeseru.
Ahí hubo una reina que se proclamó Faraona del Alto y Bajo Egipto: Hatshepsut.

De este lugar quedaron retratos de sus reyes tomados del natural por artistas egipcios, sorprendidos por su extremada obesidad.
Representación de la Reina del país de Punt
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Las narraciones del viaje en tiempo de Hatshepsut, nos dicen cosas como esta: “Cargados de maravillas del País de Punt: preciosas y fragantes maderas de la Tierra de los Dioses, montones de resmas de incienso, renuevos de los árboles que exudan este producto, ébano y marfil puro, oro, madera, cinamomo, cosmético para los ojos (Kul), cinocéfalos, monos, perros, pieles de la pantera meridional (jaguar), nativos con sus hijos, retratos con los soberanos de Punt, el rey Perehu y la reina Eti.
EL BARCO DE HATSHEPSUT
Basado en los hueco-relieves del palacio mortuorio de la reina en Deir el-Bahri, hemos tratado de reconstruir como sería una de las naves del viaje al país de Punt.
Algo sabemos sobre la arquitectura naval egipcia a través de los barcos enterrados que se han encontrado en diferentes excavaciones aunque, bien es verdad, que se trata de barcos fluviales que no servían para la navegación en alta mar. También sabemos que los egipcios recurrieron a los «pueblos del mar» para la construcción de sus naves de altura, utilizando maderas importadas del Líbano como el cedro y maestros carpinteros fenicios e incluso cretenses.

Partimos por tanto de una fuerte pieza longitudinal de roble como mamparo central, a cuyos lados hemos ido forrando con tracas talladas en sus bordes y extremos. Estas naves no llevaban costillas y por tanto no tienen caja de gálibos, sino que cada pieza se ensambla con la siguiente mediante costuras de nervios de animales o fibra vegetal, así como piezas encastradas en forma de colas de milano. Sorprendentemente el barco va tomando la forma precisa sin necesitar cuadernas.
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