Bernardo de Azevedo recorrió durante varias décadas la selva amazónica localizando más de 2.800 inscripciones rupestres, entre las que en su inmensa mayoría reconoció textos en fenicio y griego (Inscripçoes e tradiçoes da America prehistorica, especialmente do Brasil. Río de Janeiro, Imprenta Nacional, 1930).
En Río Grande do Norte, después de recorrer un canal de 11 km., los barcos fenicios solían anclar en el lago Extremoz, según el profesor austriaco Sr. Ludwig Schwennhagen, que estudió partes subterráneas del lugar y distintos terraplenes próximos al lago y también algunos otros que existen cerca del pueblo de Touro y encontró inscripciones fenicias en el Amazonas en las que figuraban referencias a muchos reyes de Sidón y Tiro (887 a 856 a C).
Schwennhagen cree que los fenicios utilizaron Brasil como una base durante al menos 800 años, dejando durante este periodo numerosos restos y evidencias materiales, incluida una influencia lingüística importante.
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