martes, 17 de mayo de 2011

El País de Punt, desde hace 4.500 años

En Tebas, en la orilla occidental del Nilo, hay un lugar que pertenece a otro mundo. Es un lugar de ruinas solemnes talladas en la roca con terrazas ahora vacías de vegetación, una inmensa calzada de esfinges, inmensas columnatas y pórticos, estatuas gigantes y mutiladas de una reina, capillas-barco, relieves de un extraño viaje a un país de ensueño, naves que transportan enormes obeliscos y productos exóticos y valiosos, santuarios de la Diosa Vaca y del Dios Chacal.

Hoy se llama Deir el-Bahri, en otro tiempo Djeser-Djeseru.


Ahí hubo una reina que se proclamó Faraona del Alto y Bajo Egipto: Hatshepsut.

En el año 1493 a.C, durante el Imperio Nuevo de la XVIII dinastía, se produce uno de los primeros viajes de los que hay constancia detallada en la Historia. La reina Hatshepsut manda una flota de naves al legendario país de Punt.
De este lugar quedaron retratos de sus reyes tomados del natural por artistas egipcios, sorprendidos por su extremada obesidad.
Representación de la Reina del país de Punt
liceus.com
No sabemos el lugar exacto que sirvió como puerto de salida, ni el número de naves, ni la longitud del trayecto. Hace 4.500 años el rey Sahure había mandado otra expedición de la que se conoce su producto: incienso, oricalco (aleación de oro y plata), mirra, goma arábiga, ébano, pieles y pigmentos.
Las narraciones del viaje en tiempo de Hatshepsut, nos dicen cosas como esta: “Cargados de maravillas del País de Punt: preciosas y fragantes maderas de la Tierra de los Dioses, montones de resmas de incienso, renuevos de los árboles que exudan este producto, ébano y marfil puro, oro, madera, cinamomo, cosmético para los ojos (Kul), cinocéfalos, monos, perros, pieles de la pantera meridional (jaguar), nativos con sus hijos, retratos con los soberanos de Punt, el rey Perehu y la reina Eti.

EL BARCO DE HATSHEPSUT

Basado en los hueco-relieves del palacio mortuorio de la reina en Deir el-Bahri, hemos tratado de reconstruir como sería una de las naves del viaje al país de Punt.
Algo sabemos sobre la arquitectura naval egipcia a través de los barcos enterrados que se han encontrado en diferentes excavaciones aunque, bien es verdad, que se trata de barcos fluviales que no servían para la navegación en alta mar. También sabemos que los egipcios recurrieron a los «pueblos del mar» para la construcción de sus naves de altura, utilizando maderas importadas del Líbano como el cedro y maestros carpinteros fenicios e incluso cretenses.
En las representaciones de estas naves no se aprecia quilla externa en el barco, pero si un fuerte espolón a proa y una fuerte curva a popa terminada en una flor de loto cerrada o no. Esto nos lleva a suponer que ambas piezas se comunican por una quilla interna a modo de mamparo central a lo largo de la línea de crujía, sistema utilizado muy posteriormente por las galeras mediterráneas largas y estrechas como refuerzo central. Refuerza esta idea el hecho de que en las representaciones se aprecia claramente una gruesa maroma atada de proa a popa, sostenida longitudinalmente por horquillas de madera y que se retorcía para tensarla fuertemente. Esta maroma o «tortor» debía producir tal tensión central en la nave que sin un elemento central de refuerzo, él peligro de quebranto de la nave debía ser muy grande.
Partimos por tanto de una fuerte pieza longitudinal de roble como mamparo central, a cuyos lados hemos ido forrando con tracas talladas en sus bordes y extremos. Estas naves no llevaban costillas y por tanto no tienen caja de gálibos, sino que cada pieza se ensambla con la siguiente mediante costuras de nervios de animales o fibra vegetal, así como piezas encastradas en forma de colas de milano. Sorprendentemente el barco va tomando la forma precisa sin necesitar cuadernas.

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