martes, 1 de diciembre de 2009

La tercera dinastía que gobernó Babilonia era extranjera, pero su lugar de origen no es fácil de establecer.

En su propia designación oficial se titulan a sí mismos reyes de Kardunyash. La información sobre este período se ha logrado sólo escasamente.
Agum-Kakrime, quizá el 7º rey de esta dinastía, se llama a sí mismo: “rey de Kasshu y Akkad, rey de la extensa tierra de Babilonia, que hizo que mucha gente se estableciera en el país de Ashmumak, rey de Padan y Alvan, rey del país de Guti, muy extensos pueblos, rey que gobierna los cuatro confines del mundo”.
La extensión del territorio bajo dominio del monarca babilónico es pues muy amplia; los conquistadores extranjeros fueron evidentemente conquistados por la pacífica conquista de la superior civilización babilónica. Este Agum-Kakrime con todos sus extensos dominios tuvo aun así que enviar una embajada al país de Khani para conseguir los dioses Marduk y Zarpanit, los más sagrados ídolos nacionales, que habían sido evidentemente capturados por el enemigo.

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